Solo tienes que detenerte, vivir el momento y disfrutar de las pequeñas cosas que tienes a tu alrededor y que otras menos importantes tienden a ocultarlas.
Sí, es cierto, hubo un día en nuestro viaje en el que nos encontramos en un entorno fantástico y que nos hubiera gustado recorrer tranquilos, admirando los jardines y demás monumentos a nuestro alrededor, pero se puso a llover. Pero lo importante era que estábamos allí, los dos juntos, respirando el frescor de la lluvia y conversando con la gente fantástica que había a nuestro alrededor y sabiendo que nos esperaban más días, más sitios que visitar y conocer, y muchos momentos que disfrutar.
Sí, es cierto, la comida no era como la de España, pero estábamos sentados confortablemente, el camarero nos servía permaneciendo tranquilamente en nuestra mesa sin tener que levantarnos, podíamos disfrutar de los intercambios de opinión, de las risas de unos y otros recordando las anécdotas y reviviendo nuestras visitas a los diferentes lugares.
Sí, es cierto que teníamos que madrugar para ver la cantidad de sitios programados, pero solamente el hecho de tener la gran suerte de estar allí, de admirar la belleza de verdaderas obras de arte y recibir una amplia información cultural detallada y directa por alguien autóctono, profesional y bien documentado, merecía sin dudarlo cualquier "madrugón".
La vida puede ser un viaje fantástico, solo hace falta descubrir en cada día y en cada momento, esas maravillas que tenemos tan cerca, que tenemos en nuestra mano, ante nuestros ojos, y que algo o alguien puede ocultarlas si no somos capaces de ejercer un mínimo control para saber siempre elegir cualquier pequeño segundo de felicidad, antes que la tormenta o la oscuridad dificulte nuestra visión y nos dirija por un lugar equivocado.
La vida puede ser un viaje fantástico, si las prisas las conviertes en la tranquilidad necesaria para poder saborear aquello que tienes en la boca, que está cerca de tu nariz y te ofrece una maravillosa fragancia; aquello que está a dos pasos y te permite cogerlo, palparlo, sentirlo; aquello que te transmite esa maravillosa música para el deleite de tus oídos; así como el susurro y las voces de las personas que se cruzan en tu camino también te permiten aprender, crecer, participar y sentir más cerca a cada uno.
La vida puede ser un viaje fantástico que lo puedes recorrer en avión, en barco, en tren, en autocar, en coche, o simplemente con la mochila a la espalda y dando un paso tras otro para conocer a los lugareños y disfrutar de cada rincón o cada piedra del camino.
Tú puedes hacer de tu vida un viaje fantástico. No lo dudes, haz que suceda, decide, arriesga, salta, baila, no te calles, olvídate de los miedos, ten confianza, apuesta por ti, no dejes de crecer, avanza. En definitiva y como comento en mi nuevo libro "Cierra el paraguas y mójate": el mapa de tu vida lo vas haciendo tú con tus decisiones, confiando en ti, aceptando el posible error, y cuando esto ocurre, cogiendo un nuevo camino .
Recuerda que el agua es el que da vida al mundo en el que vivimos. ¡Mójate!
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