Un quejica nunca puede triunfar

En mi artículo de hace unos días "mil motivos para sonreír", hablaba de que la sonrisa y la alegría tiene mucha más fuerza que la tristeza. El ir de víctima, de mártir, recrearse en la desgracia y solo ver nubes oscuras en el cielo, nunca puede conducir al crecimiento.

La queja continuada no lleva a ninguna parte a menos que le siga una acción. Yo no he visto y creo que tú tampoco, triunfar a nadie que haya ido por la vida siendo un quejica, porque cualquier camino, cualquier proyecto, cualquier objetivo, cualquier sueño, lleva implícito una serie de obstáculos, circunstancias, hechos y sucesos que van a necesitar que emprendas las acciones necesarias para vencerlos.

Conviene que le prestes atención al indicador del éxito de MaryEllen Tibby (MaryEllen es la orgullosa fundadora y CEO de Working Moms, un boletín de noticias líder en el mundo y el sitio web para el empoderamiento de la madre trabajadora).


Hay que apartarse de los quejicas, porque ellos mismos atraen lo que piensan, sienten y dicen. Se quejan porque llueve, pero también se quejan cuando hace mucho sol; se quejan cuando el jefe les mira, pero también se quejan cuando el jefe no les mira; se quejan porque uno hace tal o cual cosa, pero ellos no hacen ni dejan hacer; se quejan de la suerte de los demás, pero ellos ni quieren construir su propia suerte, ni ser la suerte de nadie; se quejan de este mundo, pero huyen cuando alguien les dice que luchen por construir un mundo mejor.

Un quejica nunca puede triunfar porque siempre ve problemas y nunca ve soluciones (¡que las busquen otros!), porque siempre ve obstáculos en el camino y ni siquiera se agacha para apartarlos, porque siempre ve oscuridad y cuando la luz del sol le ilumina se esconde inmediatamente bajo la sombra.

Un quejica nunca puede triunfar porque no quiere triunfar, ni construir ladrillo a ladrillo su triunfo y su éxito. Un quejica lo que quiere es que el triunfo, el éxito, el amor, los amigos, los sueños, la felicidad, le llegue todos los días en un paquete, y que su esfuerzo diario se limite simplemente a abrir ese paquete. Un quejica lo que quiere es que le regalen el triunfo.

El triunfo no quiere quejicas entre sus miembros que en seguida que se nuble se queden en casa. El triunfo quiere valientes, decididos e ilusionados.

El éxito no quiere quejicas, quiere gente agradecida, que reconozca las oportunidades y los bienes recibidos en el camino.

El amor no quiere quejicas que solo quieran recibir amor, que tengan miedo a las tormentas y que no estén dispuestos a los sacrificios que conlleva el amor.

La felicidad no quiere a los quejicas que no se dan cuenta de la cantidad de bienes, capacidades, cualidades que tienen para ellos mismos y para aportar al mundo.

El mundo no quiere quejicas, el mundo quiere y necesita gente con iniciativa, con fuerza, con entusiasmo y con ánimo, capaz de empujar cada día la gran rueda para que siga girando.

El libro de nuestra vida lo escribimos cada uno página a página cada día, y en cada uno de nosotros está el que sea una tragedia o un entretenido libro de maravillosas aventuras.

¡Apártate de los quejicas, hazme caso! Hay que apartarse de los quejicas, a menos que uno tenga la firme voluntad de hacerles ver y descubrir que todos tenemos mil motivos para sonreír y para hacer sonreír a los demás.


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